En el escenario del Congreso de los Diputados, duro rifirrafe entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Los dos sienten, con la misma presión, la proximidad de unas elecciones que se presentan como decisivas para el futuro de sus liderazgos. Analistas políticos indicaron a Hechos de Hoy que en las sedes del Partido Socialiista (PSOE) y el Partido Popular (PP) hay el mismo ambiente de presión e incertdumbre.

Por parte del Partido Socialista, sobre todo se hay un revés en las dos batallas en paralelo en Madrid, el liderazgo de Pedro Sánchez quedará tocado y se dibujará un gran interrogante.

Por parte del Partido Popular hay una sombra de intrigas, sospechas y conspiraciones. Si el batacazo es igual de amplio que en Andalucía, la presión para un congreso extaordinario será muy fuerte. Podría producirse el escenario de un presidente pato cojo (de gestión) y un nuevo liderazgo en el PP ante las elecciones generales. Esa hipótesis abriría un sismo político.

Todas estas cuestiones estuvieron en la reunión del presidente del Gobierno con los empresarios de Madrid y Barcelona que forman parte del foro Puente Aéreo. El almuerzo del martes en La Moncloa se produjo de forma paralela a novedades en el caso Rato.

Rodrigo Rato anunció su renuncia a los consejos asesores de Telefónica en España y Latinoamérica. Lo hizo en el día en que el director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, reveló en el Congreso que 200.000 españoles declaran tener 125.000 millones en el extranjero (de ellos, 20.000 millones en Suiza). “Dispongo de todos los datos y son la repera patatera”, enfatizó. 

En el encuentro en La Moncloa, los grandes empresarios mostraron a Mariano Rajoy su preocupación por la posibilidad de que la fragmentación política y la corrupción puedan perturbar el crecimiento económico.

El presidente les dijo que daró la batalla del PIB (el crecimiento) y el sentido común, trazando lo esencial del momento económico y su proyección inmediata. A su vez los empresarios, y fue la parte más interesante de este encuentro, pudieron el dedo en los enigmas con siete preguntas de fondo.

Cóctel explosivo. Le expresaron su inquietud por los casos de corrupción y el conflicto independentista planteado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Igualmente, abordaron la incertidumbre en Europa que generan la situación de Grecia y de Reino Unido, así como el desafío que supone el yihadismo. Mariano Rajoy escuchó con atención.

El ejemplo de UPyD e Izquierda Unida. El presidente quiso dar tranquilidad a los empresarios sobre el panorama político fragmentado. Recordó a los empresarios que hace un año se decía que UPyD e Izquierda Unida amenazaban a los dos grandes partidos, lo que, en su opinión, está ocurriendo ahora con Ciudadanos y Podemos.

Rechazo a los experimentos. Aseguró que “el país está para cosas serias y a mí lo que me preocupan son los experimentos". Mostró su convencimiento de que puede ganar los próximos procesos electorales, y conformar mayorías de Gobierno con otras fuerzas.

No supo nada de Operación Rato. Al hablar de la corrupción se le transmitió el  malestar “por el trato que se está dando a Rodrigo Rato”. Respondió que la justicia es independiente y que él no sabía nada de que Hacienda preparaba una operación.

Críticas vomitivas. El presidente rechazó de manera contundente la acusación que se hace al Gobierno y al PP de que están utilizando el caso Rato como medida ejemplarizante. Añadió que le parecen “vomitivas” las criticas de que con el exvicepresidente económico del Gobierno se está intentado demostrar que es implacable ante la corrupción.

La relación con Artur Mas. Sobre el enfrentamiento con el presidente de la Generalitat, insistió en su posición. “Yo estoy abierto al diálogo, pero lo que no estoy dispuesto a hacer es quebrantar la Constitución y la soberanía de los españoles”. enfatizó.

Rechazo a comicios plebiscitarios. Recordó los 49.000 millones de euros que el Gobierno ha dado a Cataluña en esta legislatura. Dijo que, para él, los del día 27 de septiembre son unos comicios autonómicos más y carecen del carácter plebiscitario que le quieren otorgar los partidos que defienden la independencia de Cataluña.