Ya intuíamos que Donald Trump, una vez presidente en ejercicio, iba a ser una veta inagotable de noticias y chascarrillos. Nos esperan chorros de tinta, millones teclas de ordenador pulsadas y kilómetros de carboncillo.
Volvemos a constatarlo con la portada de The New Yorker de 10 de abril de 2017, gráfico dibujo del Barry Blitt. En el habitual corto comentario en página interior leo la siguiente apreciación del editor artístico del semanario desde 1993, Françoise Mouly:
“Veo que la palabra ‘duffer’ se define como ‘una persona torpe en algo, especialmente jugando al golf’. Esa es la palabra que me viene a la mente cuando veo al presidente Trump destrozando uno tras otro los ventanales de la política estadounidense”.
Para Brent Kelley, autor de “What Is a ‘Duffer’ in Golf?”, (ThoughtCo 07/11/2017), “duffer” es un término coloquial o de argot dentro del golf para referirse a un golfista mediocre o pobre. Algunos no golfistas utilizan “duffer” como sinónimo de “jugador de golf”, pero eso no es correcto. "Duffer" no se aplica a todos los golfistas, sólo es para aquellos que no están entre los mejores jugadores de golf.
Algo divertido, señala más adelante que “una vez conocimos a un reportero deportivo (que no jugaba al golf) calificando como “duffers” en un artículo periodístico a los profesionales del campo de golf de su ciudad, pensando que estaba usando otro término equivalente a “golfistas”. ¡Gran error! Esos profesionales, con razón, no se pusieron contentos”.
Probablemente el origen de la gresca mediática de Donald Trump y los periodistas estriba en que para un buen número de ellos, como el dibujante de la portada de The New Yorker, él es un duffer, un sujeto torpe que tira bolas políticas de cualquier manera, errando con cada golpe.
Por su parte, los periodistas son para el presidente lo que en términos de golf se conoce “hacker”.
Es el citado Brent Kelly quien en otro artículo (What Is a Hacker in Golf?, ThoughtCo 19/11/2017) explica que “Hacker es algo que ningún golfista quiere ser llamado, porque es un término despectivo en el golf que significa:
1.- Alguien que rara vez juega al golf y que cuando lo hace es suficientemente malo
2.- En general, cualquier golfista que no es muy bueno en este deporte
3.- Un golfista mediocre o pobre que exhibe mala etiqueta del golf y un pobre espíritu deportivo.
O, especialmente, cualquier combinación de los números 1 y 3 o los números 2 y 3”.
Lo peor que se puede decir de un periodista lo ha dicho el presidente: “son los seres humanos más deshonestos de la Tierra”,o sea como hackers del relato de la actualidad.
Lo peor que se puede decir de un presidente en activo es que es imprudente, que no es hábil para hacer progresar con un buen Gobierno a su nación, o sea que es un duffer de la acción política.
Ambas generalizaciones son peligrosas por ofensivas. La mayoría de los periodistas son notarios fieles de la realidad. Y, probablemente, los actos de Trump como presidente – abstracción hecha de su sobreactuación mediática – estén precedidos de estudio, análisis, asesoramiento experto y consejo sabio. Probablemente.
Las dos anteriores afirmaciones no quitan para que, por ejemplo, el Daily Mail se haya visto obligado a pagar 2,9 millones de dólares a Melania Trump y a publicar que “aceptamos que estas afirmaciones sobre la señora Trump no son ciertas y nos retractamos y las retiramos. Nos disculpamos con la Señora Trump por la angustia que nuestra publicación le ha provocado”. (Daily Mail, 12/04/2017)
Tampoco quitan para que el presidente se haya visto obligado a retractarse – “La OTAN ya no es obsoleta” – y modificar algunos otros puntos de vista manifestado en una campaña que, por cierto le dio la victoria y la llave de la Casa Blanca. De la mano de Kellyanne Conway. Ella es la primera mujer que ha dirigido con éxito la campaña de un candidato a presidente. También es la que acuñó el término “hechos alternativos” para dar carta de veracidad a la falsedad.
Pero volvamos a lo importante: al golf. Atenerse a la verdad, comportarse con honestidad y mantener incólume el respeto por uno mismo están en los cimientos de ese deporte como también del periodismo.
Por eso resulta difícil compartir la portada de The New Yorker: puede acusarse con razón al Sr. Trump de muchas cosas, pero no de ser un duffer. Juega muy bien al golf, tiene un hándicap de 2,8 y, como decía Golf Digest de enero 2017 “As a golfer, the 45th president is the real deal”.
Esa fachada con cristales rotos tanto al frente, como al hook y al slice, no se corresponde con este player. Tampoco creo que el anterior inquilino, el zurdo Barak Obama, le dejara ese desastre en herencia. Respecto a su hándicap declaró: “I’m an honest 13”.(Golf Digest, agosto 2106)
De política no hablo.