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Granada

Granada, una de las ciudades más espectaculares de España y del mundo. (Foto: Carmen Cespedosa)

RESPUESTAS SINGULARES

Diez preguntas que todo viajero se hace cuando visita Granada

¿Fue una precursora de fake news aquello de "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre" que le dijo Aixa a su hijo Boabdil, cuando lloraba por la pérdida de su amada Granada?

"Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre" parece que le dijo Aixa a su hijo Boabdil, cuando lloraba por la irremediable pérdida de su amada ciudad de Granada mientras los Reyes Católicos estaban a las puertas de la Alhambra. Aunque la cita parece ser una precursora fake news de final del siglo XV, y la figura del sultán “cobardica y enmadrado” –al que llamaban Boabdil el Zogoibi, el Desventuradillo– se ha reivindicado, entre otros por Antonio Gala en su obra “El manuscrito carmesí”, no parece exagerado soltar lágrimas cuando uno tiene que abandonar para siempre un lugar como la Alhambra.

Descubrir la belleza de la Alhambra, sus frescos patios, sus retorcidas columnas, sus sutiles azulejos y abigarrados relieves de sus yeserías, el susurro melodioso de sus fuentes, la armonía de sus jardines, la réplica idealizada, en suma, del paraíso musulmán cuando no solo en España sino en toda Europa se vivía el final de la oscura y tormentosa Edad Media, permite comprender el grado de cuidada civilización que los árabes trajeron a la Península Ibérica. Y el drama para ellos que supuso perderlo.

Aunque muchas de las obras de esta cultura, especialmente sus mezquitas y palacios, como también las sinagogas y barrios judíos, fueron arrasados por la intolerancia religiosa, la Alhambra sigue siendo, 700 años más tarde, un joya que remata el tesoro que representa la entera ciudad de Granada. El gran viajero y buen conocedor de España, Ernest Hemingway, dijo: “Si tuviéramos que visitar una sola ciudad en España, esa debería ser Granada”, y allí está, en un entorno natural fabuloso y extraordinariamente bien conservada la Alhambra, el punto culminante, sereno y espectacular del arte musulmán en el viejo continente.

El recorrido por Granada, una ciudad mixta, nazarí, barroca y cosmopolita; una ciudad de cármenes moriscos y conventos de altas tapias, muestra decenas de lugares interesantes y el viajero a veces se hace preguntas sobre algunos de ellos. Estas son varias de ellas, junto a las respuestas correspondientes, para que la visita a una de las ciudades más bellas del mundo sea un éxito.

¿Se puede visitar la Alhambra con tranquilidad?

Sí, dentro de un orden. La Alhambra -Qalat al-Hambra, o "castillo rojo" en el nombre original que recibió la alcazaba edificada por Mohamed I al-Ahmar por el color de sus muros de ladrillo- es el monumento más visitado de España en dura pugna con la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona y su casi vecina Mezquita de Córdoba (sin contar estadios como el Bernabéu o el Camp Nou que a veces tienen más visitantes que estos grandes monumentos) y el número de entradas se limita a 600 por cada hora.

Hay que sacar un pase para un día y hora concreta al precio general de unos 14 euros, aunque hay descuento para niños y mayores y se pide enseñarla en varios de sus monumentos. La entrada a los Palacios Nazaríes es muy rigurosa, se da hora concreta, hay que presentar el DNI, aunque si se quiere no es imprescindible guardar larga cola ya que se da un margen de 60 minutos para entrar desde la hora asignada, se puede esperar a que no haya mucha gente. La visita del interior es libre y hay que darse tiempo porque hay mucho que ver y disfrutar. Toda la información aquí

¿Puedo hacerme una foto en el Patio de los Leones?

Desde luego, se pueden hacer fotos en todas partes. Más complicado es tratar de que no salgan otros turistas en tu foto porque siempre hay mucha gente, especialmente en el Patio de los Leones que es el punto central del palacio.

Curiosamente, y aunque el Corán prohíbe la representación de personas y animales en sus templos, al parecer con los leones se hizo una excepción, probablemente porque las figuras son anteriores a la construcción, se cree que del siglo XI y que provienen de la casa del visir judío Semuel ibn Nagrella. Hay doce y son ligeramente distintos entre sí y al parecer representan a las doce tribus de Israel.

El patio central está rodeado por una galería, a modo de los claustros cristianos, y con varias salas muy bellas, como la Sala de los Abencerrajes y la de Dos Hermanas. En total hay 124 columnas de mármol blanco que rodean el patio y son de estilo nazarí de la época, con un fuste muy estilizado y delgado, con un plinto o pedestal y una basa. Lo más bello de las columnas son sus capiteles. Sobre sus esbeltas columnas los arcos incluyen una delicada ornamentación calada que filtra la luz.

¿Vale la pena visitar el Palacio de Carlos V?

Todo debe ser visitado en la Alhambra, aunque si lo primero que se ve son los Palacios Nazaríes, el resto queda un poco devaluado, lo ideal sería visitar la mayor parte y dejar para el final los palacios, cuando, además, suele haber menos gente. Cuando Carlos V visitó la Alhambra pensó en construirse un palacio para pasar temporadas cerca de esa maravilla y como símbolo de victoria del imperio que derrotó al último reino musulmán en la Península Ibérica.

Se iniciaron las obras en 1527 por el arquitecto Pedro de Machuca que se había formado con el gran Miguel Ángel, con la idea de crear una de las mejores obras renacentistas fuera de Italia y el primer gran palacio real de los monarcas españoles. Es cuadrado y con un espectacular patio redondo. Sufrió muchos retrasos hasta que finalmente las obras se paralizaron totalmente en 1637, y nunca fue terminado, ya que su hijo, Felipe II, se centró en la construcción de El Escorial.

Actualmente, el Palacio de Carlos V alberga el interesante Museo de la Alhambra en la planta baja y el Museo de Bellas Artes, primer museo abierto al público en España, con unas 2.000 piezas y obras de Alonso Cano, Machuca y Mariano Fortuny entre otros.

¿Es el Generalife la imagen del paraíso musulmán en la Tierra?

Al menos de ahí proviene su nombre: Yannat al-Arif; en el árabe original que se le dio en el siglo XIII cuando lo construyeron los reyes de la dinastía nazarí como residencia de verano, significa “Jardín del Arquitecto”. Arquitecto con mayúscula ya que se refiere al arquitecto de la Creación.

Salvo por las huríes que al parecer pueblan a miles el Paraíso de Alá (no se sabe que haya huríes masculinos para las buenas musulmanas) el Generalife tiene todo lo deseado que no abunda en muchos países árabes: vergel de agua y verdor, fuentes, huertas, patios, acequias, 600 variedades de plantas y fragantes flores de todas las clases con protagonismo del jazmín, las trompetas rojas y la flor de azahar.

Al igual que la propia fruta de la granada –que da nombre y símbolo a la ciudad– que es rugosa y de un color indefinido por fuera, pero brillante y rojo impactante por dentro, el Generalife engaña en su exterior austero, propio de un gran cortijo con huerta, pero deslumbra por dentro con sus patios, acequias, jardines ornamentales, fuentes susurrantes, terrazas y tímidos salones con motivos decorativos de escayola poco variados, pero de extremada fineza y buen gusto.

A destacar la Escalera del Agua y su murmullo en la barandilla-río y, sobre todo, el Patio de la Acequia con sus fuentes formando arcos, una imagen que compite con la Fuente de los Leones como símbolo de la Alhambra y de toda Granada.

¿Por qué el Parador de Granada es el más solicitado de España?

Difícil contestar a la pregunta e incluso difícil plantearla, pero, en efecto, así se dice en muchos sitios. Lo que es más probable es que el Parador de Granada sea el más caro de la red, debido a la alta demanda, sobre todo de americanos, japoneses e ingleses. Su atractivo está sin duda en el lugar donde se encuentra, en pleno centro de la Alhambra y lo mejor son sus terrazas y las vistas que se tienen desde ellas.

Las habitaciones y salones son bastante sencillos, la gastronomía es mejorable y también el servicio. Pero la experiencia de dormir en el recinto de la Alhambra es inigualable y casi exclusiva (solo hay otro pequeño hotel, el América Granada de una estrella, pero muy digno). El Parador está en el antiguo convento franciscano que la reina Isabel prometió construir sobre un palacio nazarí al conquistar Granada.

Se ha dicho siempre que la reina católica prometió que no se cambiaría de camisa hasta que eso sucediese. Parece que es también una fake news, aunque en esa época bañarse y cambiarse de ropa no fuera nada frecuente, pero los largos meses que llevó la conquista definitiva de Granada parece mucho tiempo para llevar la misma camisa. Los que sí creen esta historia son los siempre ocurrentes franceses que llaman isabelle al color amarillento.

¿Dónde está la gente –y algunos los turistas– en Granada?

Aunque cueste trabajo abandonar la Alhambra, es hora de encontrarse con los granadinos que, evidentemente no están en los palacios de la “ciudad roja” y conocer otros encantos de Granada y una buena forma de hacerlo es comenzar un paseo desde la Plaza de Isabel la Católica hasta el Albaicín y los pies del Sacromonte. En la plaza lo único destacable es el monumento, obra de Mariano Benlliure, a Isabel y Colón representando las Capitulaciones de Santa Fe cuando por fin la reina se decidió a autorizar el viaje a las Indias.

Hay un par de edificios antiguos que embocan la Gran Vía y algún otro que mejor olvidar. Muy cerca está la Plaza Nueva que, curiosamente es la más antigua de Granada, que está siempre muy animada. La preside la Real Chancillería (Tribunal Superior de Andalucía hoy), destaca la Casa de los Pisa, y muy cerca está la animada calle Elvira, desde la que se puede subir al Albaicín.

En un extremo está la iglesia de San Gil y Santa Ana de aire mudéjar y con un impresionante interior. Como curiosidad, hay que decir que aquí se casó Mariana Pineda, heroína del siglo XIX, ejecutada por garrote vil en una plaza cercana a los 27 años por bordar una bandera liberal. ¡Cómo las gastaban en tiempos de Fernando VII!

¿Por qué el mausoleo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso es mayor que el de los Reyes Católicos?

Buena pregunta y complicada respuesta. Ambos mausoleos se encuentran en la Capilla Real de la Catedral, aunque con entrada de pago independiente. Es de estilo gótico tardío o isabelino y fue construida por orden de los Reyes Católicos en 1504 para convertirse en lugar de enterramiento de sus cuerpos y sus sucesores, pero su bisnieto Felipe II eligió que fueran a El Escorial. El monumento funerario de los Reyes Católicos es obra del italiano Domenico Fancelli, quien lo construyó en Génova con mármol de Carrara, mientras que el de Juana la Loca y Felipe el Hermoso es obra de Bartolomé Ordóñez que no quiso ser menos que su maestro y lo hizo más alto.

Algún guía cuenta que la cabeza de Isabel se hunde más en la almohada que la de Fernando, porque era más inteligente que él y el cerebro le pesaba más, pero la Historia demuestra que no ha habido político más inteligente y zorro que Fernando de Aragón, que sirvió de modelo para el príncipe propuesto por Maquiavelo.

En todo caso ambos túmulos son impresionantes con delicados relieves y esculturas pero la dura realidad se muestra debajo de ellos en la cripta donde están los sarcófagos de plomo con sus restos. La catedral se empezó a construir, siguiendo un plan demasiado repetido en la historia, sobre la Mezquita Mayor, en 1523 y su construcción duró 181 años, ya que se terminó en 1704 y es una de las más grandes de Europa. Destaca especialmente su amplia girola que rodea el altar mayor y la bella fachada obra del polifacético Alonso Cano, un poco encajonada entre edificios.

¿Por qué Paseo de los Tristes, si está siempre animado?

Luego vamos a la pregunta. Para llegar al Paseo de los Tristes, hay que comenzar el camino junto a la iglesia de San Gil y Santa Ana y uno de los puentes que cruza el río Darro en la llamada Carrera del Darro, el paseo más bonito de Granada y puede que de toda España. Transcurre entre el propio río con la espectacular Alhambra como decorado de fondo y una sucesión de casonas, palacios, iglesias, conventos y baños árabes. Lo más vistoso son sus puentes Cabrera y Espinosa que comunican la acera del Darro con el barrio de la Churra y fueron remodelados en el siglo XVII.

Mientras la vista se relaja contemplando el río y la vegetación a un lado, en el otro se suceden edificios de los siglos XVI y XVII, la mayoría visitables, como los baños de El Bañuelo, del XI, los mejor conservados de España, aunque si se quiere disfrutar de las aguas termales hay que acudir al cercano Hammam Al Ándalus, el convento de Santa Catalina de Zafra, la Casa de Castril donde se encuentra el Museo Arqueológico, uno de los más antiguos de España, la Iglesia de San Pedro y San Pablo y al final de Carrera del Darro se encuentra la Casa de las Chirimías (que eran unas flautas que se tocaban desde un balconcillo de la casa), y una amplia plaza denominada el Paseo de los Tristes.

Por fin llegamos a la pregunta del comienzo. Esta plaza es una de las más bellas de Granada, tienen vistas estupendas a la Alhambra, muchas terrazas -una de las mejores es la del Restaurante Ruta del Azafrán– y está siempre muy animada. El nombre de los Tristes es porque por aquí pasaban los cortejos fúnebres camino del cercano cementerio.

¿Es éste el mirador y la vista que admiró el presidente Clinton?

Todos los guías dicen que sí, aunque cuando Clinton visitó por segunda vez en 1997 el Mirador de San Nicolás, acompañado de los Reyes y el entonces Príncipe de España, todavía con el recuerdo de su primera visita de joven estudiante dijo que aquel no era el lugar donde contempló la "puesta de sol más maravillosa del mundo"; puede que fuese desde el Mirador de San Cristóbal o cualquier otro, porque en las colinas donde se funden el Albaicín, con sus murallas medievales, impresionantes miradores, aljibes y casas árabes, iglesias, conventos, placetas con encanto y bellos cármenes, y el Sacromonte, con sus espaciosas cuevas muchas de ellas convertidas en zambras flamencas, cualquier terraza es buena para disfrutar en cualquier hora del día del conjunto de la Alhambra y al atardecer, cuando los últimos rayos de sol caen sobre él y resaltan sus tonos rojizos, es aún más admirable.

En todo caso mucho antes que Clinton, otro norteamericano dijo mil piropos sobre la Alhambra y Granada; un ejemplo: “Jamás en mi vida habité un lugar más delicioso que éste y nunca podré encontrar otro que se le iguale”. Fue Washington Irving, que incluso vivió en el recinto unos meses que le sirvieron para inspirarse en sus Cuentos de la Alhambra, casi el único libro, no guía, que se vende en decenas de idiomas en los puestos de souvenirs de toda la ciudad.

Una recomendación diferente y menos concurrida puede ser el Mirador de Tato situado en el bajo Albaicín casi encima de la catedral, y con vistas a la vega y la puesta de sol. Hay un magnífico restaurante con muy buen servicio y precios razonables. Al bajar se puede recorrer la Alcaicería y la calle Elvira donde se venden la popular loza de Fajalauza, la incrustación de madera o taracea, y las farolas de cristal coloreado. También están algunas de las mejores teterías y bares de tapas.

¿El mejor arroz valenciano se come en Granada?

La pregunta y la respuesta son sin duda atrevidas. En Granada, como en toda Andalucía, como en toda España, se come muy bien. Habas con jamón, Remojón granadino, Ensalada de Zalamandroña, Moraga de sardinas, Berenjenas con miel de caña, Olla de San Antón, Choto al Ajillo… son solo algunas de sus recetas, sin olvidar la que es quizá la más popular, la Tortilla del Sacromonte, aunque no es fácil encontrar donde la hagan con la receta original, que en opinión del más ameno historiador español y buen gastrónomo Juan Eslava Galán, "debe contener unas cuantas criadillas finamente cortadas en rodajas bañadas en vinagre desde el día anterior y luego se añaden sesadas y los huevos ligeramente batidos".

¿Pero arroz valenciano? Pues sí, el hotel Barceló Granada Congress que también es una magnífica opción como alojamiento apartado del centro invadido por turistas, presume de ofrecer los mejores y más variados arroces en su nuevo restaurante que, naturalmente, se llama Arrozante, de la mano de Carlos Otaola (Restaurante Otaola, Sevilla) y José Luis Chaparro (Restaurante Casa Chaparro, Valencia) cuyos restaurantes han recibido prestigiosos premios.

Entre sus especialidades no faltan las auténticas paellas como la valenciana o la del señoret, los arroces caldosos o melosos como el de bogavante o el de rabo de toro, o las fideuás como la de pato, boletus y foie… y así hasta 24 variedades.

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