Además de la guerra en Siria, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, examinó con las autoridades saudíes la crisis de Irak y el peligro que supone el avance de los extremistas del Estado Islámico de Irak y el Levante en la región.
Por parte saudí, el rey Abdalá se comprometió a un llamamiento a los suníes a unirse a un nuevo Gobierno en Irak con una coalición más amplia que pueda combatir mejor a la rebelión yihadista. Tras una semana de intensa actividad diplomática de John Kerry, las palabras de Abdalá marcan un cambio significativo de Riad, que anteriormente había insistido en la dimisión del primer ministro de Irak, Nuri al-Maliki, un musulmán chií.
Kerry dijo que el monarca saudí expresó su gran preocupación por el Estado Islámico en Irak y el Levante, que ha invadido gran parte del norte de Irak y la frontera con Siria. Hasta ahora, Arabia Saudí se había opuesto a apoyar la formación de un nuevo Gobierno a menos que Al Maliki, a quien sus críticos acusan de querer la supremacía de los chiíes sobre los suníes, se hiciera a un lado y que no se postulara a un tercer mandato.
Aliado tradicional de Estados Unidos, a Arabia Saudí –cuna del Islam y reino que se ve a sí mismo como defensor de los musulmanes suníes de Irak- le preocupa que Al Maliki es demasiado cercano al Irán chií. Sin embargo analistas -según informaciones recogidas por Hechos de Hoy– señalaron que Arabia Saudí habría revisado sus posiciones ante el poder y la extensión de la rebelión de a guerrilla yihadista