No hablamos de ningún fármaco milagroso ni de ninguna terapia alternativa. Nos referimos a la biofilia, la pasión innata por todo lo que tiene vida y el contacto directo con la naturaleza, cuya represión, además, se asocia con diversas patologías. Quién sabe, quizás en un futuro no muy lejano salgamos de la consulta del médico con paseos por el campo en la receta.
El término lo acuñó a mediados de los años 80 del siglo XX el biólogo y entomólogo estadounidense Edward Osborne Wilson, el primer formulador del concepto de biodiversidad. "Se trata de una explicación evolucionista del comportamiento humano que nos dice que el bienestar humano depende de la conexión con signos y elementos que, por alguna razón, han sido cruciales para la supervivencia humana", asegura José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid.
Y, según Corraliza, existen dos explicaciones que demuestran que la biofilia "funciona". "Los estudios de percepción de paisajes confirman que nos decantamos por aquellos que presentan indicios de vida y por los que contienen agua y/o vegetación y esto ocurre, básicamente, porque el agua y la vegetación han sido fundamentales para la perpetuación de nuestra especie. Por el contrario, los que son demasiado desérticos nos generan tensión", apunta Corraliza.
Por otra parte, este experto hace referencia a la teoría de "la panorámica-refugio", según la cual los humanos sentimos predilección por los paisajes "que permiten ver mucho sin ser vistos". De nuevo, la variable supervivencia.
"En términos evolutivos, nuestro cerebro vive en la ciudad desde hace muy poco, y por eso conecta muy bien con los estímulos de la naturaleza. Agua, vegetación, visiones panorámicas y lugares de refugio son las cuatro funciones biofílicas que nos han ayudado a sobrevivir como especie y que explican lo que somos", sentencia Corraliza.
Entonces, ¿qué ocurre cuando no mantenemos ningún contacto con paisajes ni entornos naturales? Según César López, profesor del departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, "en ese caso pueden aparecer problemas de desequilibrio mental, estrés y conflictos en la convivencia". Hoy en día se habla, incluso, del trastorno por déficit de naturaleza, un problema que sufren muchos de los que viven en permanente desconexión con entornos naturales. Como la mayoría de los habitantes de las ciudades.
Paisajes desde la ventana
Por lo general, basta con un simple contacto visual para aliviar los síntomas del llamado trastorno por déficit de naturaleza. Lo demostró en los años 80 el investigador sueco Roger S. Ulrich, tras comprobar que lo que veían los pacientes de un hospital a través de las ventanas de sus habitaciones influía en su postoperatorio.
Ulrich se centró en personas a las que se había extirpado la vesícula y observó que quienes se encontraban en el ala del hospital que daba a un bosque se recuperaban tres o cuatro días antes que aquellos cuya estancia se abría a un patio de hormigón.
En España, sin embargo, aún no se diagnostica el trastorno por déficit de naturaleza. "Aquí vamos siempre con retraso, pero en otros países, como en Estados Unidos, el médico de cabecera te puede recetar visitas a parques naturales", prosigue el profesor César López.
Beneficios probados
Europarc-España, organización en la que participan las instituciones implicadas en la planificación y gestión de los espacios protegidos en nuestro país, publicó en 2013 un informe sobre los efectos positivos directos sobre la salud de los espacios naturales, titulado Salud y áreas protegidas en España. La lista es larga: disminución de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, reducción del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, aumento de nuestra respuesta inmune y de la producción de vitamina D…
Además, según Europarc, estos espacios promueven la mejora de la autoestima, "ya que muchas actividades suelen conllevar un plus de dificultad o suponen metas simbólicas", y "ayudan a la recuperación de la fatiga mental, el estrés emocional, la depresión y la ansiedad", entre otros trastornos.