La batalla de Ayn al-Arab, Kobane, ciudad en el área de Alepo, al norte de Siria, mostró la limitación de las acciones áreas de Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos. Como indicaron los expertos, sin unidades terrestres coordinadas sobre el terreno,se abren grandes incógnitas para frenar los avances de Estado Islámico (ISIS).
En 2004, Kobane contaba con un censo de 44.821 habitantes, en su mayoría kurdos juntos a árabes, turcos y armenios. Ahora ha llegado a tener una población de 400.000 personas por la riada de refugiados. ISIS intensificó su asedio en busca de su control. Si lo logra su posición será muy fuerte en toda la frontera de Siria con Turquía logrando el control de sus líneas de aprovisionamiento y de apoyo a lo que se conoce como la autopista kurda, la llegada de yihadistas internacionales para sumarse a sus milicias. Los kurdos luchan por su parte por un bastión que consideran crucial, un enclave además histórico y de significado emocional.
Turquía no ha pasado de sus declaraciones de apoyo. Si se mueve, entraría en combate directo con ISIS y también con las fuerzas de Bachar el Asad. Las milicias kurdas que defienden este enclave -la Unidades de Protección Popular (YPG)- están desbordadas. ISIS ha movilizado al material pesado que incautó al Ejército de Irak.
Kobane se convirtió así en el primer test de la eficacia de los ataques aéreos de la coalición. Tras degollar a rehenes -y expandir en los pueblos de esta zona el terror, su armas más eficaz como ha destacado Hechos de Hoy– ISIS busca la toma total de Kobane para mostrar esta vez su poder político y militar, plantando cara al giro de Barack Obama, y de Estados Unidos y sus aliados, en la guerra civil siria, y en el frente abierto en Irak.
