El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y el de primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, han impedido que la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea reunidos en Granada incluyera un acuerdo sobre política de inmigración en su declaración conjunta. Un revés para la Unión, dijeron analistas a Hechos de Hoy, que no puede quedar en segundo plano.
Los 27 alcanzaron el miércoles un pacto sobre migración para reforma el Reglamento sobre situaciones de crisis, aunque se quedó sin el apoyo de cinco países.
Hungría y Polonia votaron en contra y han querido alzar la voz contra el pacto al final con un tono duro.
Viktor Orbán (Hungría) ha comparado ese acuerdo con una “violación” porque se obliga a su país a hacer algo que no quiere.
Mateusz Morawiecki (Polonia) ha mostrado su rechazo al advertir que va a permitir una “inmigración ilegal masiva” que luego pagarán todos los países porque será distribuida entre los distintos Estados.
Austria, República Checa y Eslovaquia se abstuvieron en la votación del miércoles.
El significado de este rechazo
Ursula von der Leyen ha confiado en “encontrar una solución” para los problemas migratorios y ha puesto el acento en tomar medidas “más operativas”, poniendo la vista sobre la dimensión exterior.
Es decir, sobre los países de origen y de tránsito de los inmigrantes.
“La inmigración ha existido siempre y va a seguir existiendo. Lo importante es gestionarla bien”, ha señalado la presidenta de la Comisión Europea, quien ha dicho que es tan importante abordarla interiormente (tanto internamente como en las fronteras europeas) como en el exterior (países de origen y de tránsito). De hecho, ha desvelado que el abordaje de la vertiente exterior ha concitado el apoyo de muchos países. “Hay que luchar contra las mafias porque es delincuencia organizada“, ha afirmado.