“Desde octubre, vamos a ayudar a los padres a proteger a sus hijos de algunos contenidos gráficos en vídeos musicales en línea, trabajando con el Consejo Británico de Clasificación de Películas, Vevo y YouTube para monitorizar la calificación de edad de estos vídeos”. (The Guardian 18/08/2014)

Este párrafo forma parte de una declaración del primer ministro británico, David Cameron acerca de la voluntad de su Ejecutivo para dar cobertura las familias con una información que delimite qué es lo que los niños están viendo en línea. Y los vídeos musicales son un producto de consumo masivo entre jóvenes y niños.

Los vídeos que se compran en tiendas tienen ya una calificación con datos suficientes para aconsejar la compra responsable. Sin embargo Internet – ese zoco ilimitado – permite bajarse y ver directamente y sin control escenas que pueden ser perjudiciales para la salud, la integridad moral y psicológica de niños y jóvenes.

Estamos llenos de posibilidades técnicas para hacer el bien en la difusión y recepción de imágenes, sonido y realidades gráficas. Pero todas las herramientas disponibles ni son siempre útiles, ni son algo que pueda ser empleado sin responsabilidad.

Unos párrafos antes David Cameron manifestaba algo especialmente luminoso para entender la realidad y la necesidad: “ayudar a las familias con niños y a la crianza de los hijos no debe detenerse en el parto. Para tomar un solo ejemplo – la educación de los niños en una época de Internet – usted está infinitamente preocupado por lo que van a encontrar en línea”.

Pienso que esto es importante, y que su encuadre necesita de la colaboración de toda la tribu: desde los padres y hermanos, hasta el colegio, y los responsables públicos y los responsables de “los públicos”, que no son siempre los mismos sujetos.

Autoridades y protagonistas del Sector Audiovisual tienen en sus manos muchos de los resortes. También tienen mucho por hacer hasta implementar un sistema único, universal, compartido y homogéneo capaz de identificar, separar, discernir y etiquetar los productos y servicios tóxicos o directamente lesivos para los más vulnerables.

Sólo si nos chupamos el dedo podemos ignorar que hay ébolas que atacan al sistema de valores que hace poderosos, libres, fuertes y dueños de sí a jóvenes, a niñas y a niños.

Idea fuente: necesidad de identificar los productos audiovisuales para la preservación de la ecología moral.

Música que escucho: “Songbird”, Eva Cassidy (1997).