En un mundo cada vez más digital, las costumbres tradicionales, como los apretones de manos, se están reinventando a través de interacciones virtuales y rituales digitales. El equipo de Geonode explora cómo estas nuevas formas de saludo están redefiniendo nuestras normas sociales y si realmente pueden reemplazar el toque personal de un apretón de manos.
Un estudio de la Sociedad de Neurociencia Cognitiva concluyó que un solo apretón de manos puede generar el mismo nivel de intimidad y confianza que tres horas de conversación cara a cara. Pero, en un mundo en el que la comunicación digital se está convirtiendo rápidamente en la norma, ¿pueden los rituales digitales, por sofisticados que sean, reemplazar verdaderamente la calidez de un apretón de manos físico?
Según un artículo publicado en LinkedIn, el gesto de un apretón de manos transmite calidez y un espíritu acogedor; refleja un deseo de vínculo social; transmite confianza implícita e incluso un sentido de igualdad humana básica. Nos dice que, al igual que nuestras manos al estrecharse apuntan hacia abajo, cuando conocemos a alguien también debemos mantener bajo control nuestro ego.
Una perspectiva sobre los gestos físicos
Con la ayuda de la experiencia de Philipp Pratt, un destacado experto en innovación de Geonode, podemos empezar a desentrañar este enigma. “Las acciones físicas, como un apretón de manos o una palmadita en la espalda, conllevan no solo significados simbólicos, sino también mensajes subconscientes de calidez y familiaridad”, señala.
Hay aspectos importantes de las interacciones físicas humanas que vale la pena tener en cuenta:
- La retroalimentación sensorial: desde un firme apretón de manos hasta una tierna palmadita, nuestra piel transmite lo que las palabras a menudo no pueden.
- La energía compartida: Las interacciones que ocurren en persona a menudo implican una experiencia ambiental compartida, ya sea una habitación tranquila o un café animado.
- Las señales no verbales: Gran parte de la “conversación” ocurre de forma no verbal, a través de expresiones faciales, lenguaje corporal y contacto visual.
¿Y dónde nos deja esto con respecto a las interacciones digitales?
El surgimiento de los rituales digitales
Los rituales digitales no son solo emojis que se esparcen generosamente en nuestras conversaciones. Se extienden a hábitos en línea como darle “me gusta” a publicaciones, enviar “historias” en Instagram o incluso el simple acto de responder diligentemente a correos electrónicos.
Estos rituales no son nada triviales. El experto Philipp Pratt explica: “El significado de las interacciones digitales es tan complejo como el de las físicas. Por ejemplo, el acto de darle ‘me gusta’ a una publicación va más allá de su valor aparente: puede significar apoyo, respaldo o simplemente reconocimiento”.
Profundicemos en la dinámica detrás de estos llamados rituales digitales:
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- Familiaridad en la estructura: Al igual que los rituales cara a cara, los digitales tienen una sensación de previsibilidad y rutina, y a menudo brindan comodidad psicológica.
- Disponibilidad y accesibilidad: Los rituales digitales nos permiten conectarnos con una gama más amplia de personalidades y culturas, superando las fronteras físicas.
- Documentación: A diferencia de la mayoría de las comunicaciones físicas, los intercambios digitales suelen dejar un rastro, fomentando la responsabilidad y la permanencia.
El equilibrio ineludible
Si bien el calor físico no se puede emular completamente en línea, los rituales digitales sí se destacan en este sentido. Han rediseñado eficazmente el panorama de la interacción humana, haciéndolo más versátil e inclusivo.
Los rituales digitales, cuando se adoptan con sinceridad, pueden, al menos hasta cierto punto, salvar la brecha que dejan los gestos físicos. Pratt comentó: “No se trata de reemplazar o sustituir las interacciones físicas, sino de explorar nuevas vías que nos ofrecen los rituales digitales”.
La adaptación a la nueva normalidad
De cara al futuro, está claro que tanto los gestos físicos como los rituales digitales ocuparán un lugar esencial en la interacción social, ya que cada uno posee características únicas que el otro no puede imitar por completo. Esta sinergia generará una sensación ecléctica de conexión que combinará a la perfección lo mejor de ambos mundos.
Nuestro desafío como ciudadanos globales consiste en aprovechar lo mejor de ambos mundos y comprender las fortalezas, sutilezas y limitaciones de cada uno. Así pues, si bien nada puede reproducir verdaderamente la calidez de un apretón de manos, los crecientes rituales digitales sin duda pueden esforzarse por evocar un nivel similar de conexión y confianza.
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