Seis días dura ya la dramática lucha contra el fuego y las llamas alcanzan los 30 metros de altura en algunos puntos de la sierra malagueña. El #IFJubrique es un incendio de una virulencia, verocidad y velocidad explosiva, como afirman los técnicos que se están dejando la vida en la zona. Ha recibido el nombre de "monstruo hambriento" llevándose por delante a pinsapos, castaños centenerios, una fauna variada y la vida de muchos pueblos que dependen directamente de su patrimonio natural. Solo el anuncio de lluvias generosas podría dar algo de esperanza.
A las labores de extinción del incendio en Sierra Bermeja, Málaga, se han unido en este sexto día 260 militares de la UME y desde Málaga han llegado 50 efectivos de Bomberos. Además, 750 equipos trabajan día y noche, por tierra y por aire, pero todavía no es suficiente. Realizan labores realmente épicas, con jornadas de 14 a 16 horas en condiciones infernales.
Unas 8.000 hectáreas han sido calcinadas y desde el pasado miércoles seis municipios han tenido que ser evacuados y unas 3.000 personas han sido desalojadas de los municipios de Genalguacil, Jubrique, Faraján, Pujerra, Alpandeire y Júzcar. Otras cuatro localidades están en grave peligro: Algatocín, Benalauría, Benadalid y Atajate. Además, el incendio se ha bifurcado y avanza en dos frentes: uno se adentra en el Valle del Genal y el otro crece hacia el término municipal de Casares.
El humo se puede ver desde Sevilla y las cenizas están llegando a las playas más cercanas, y lo que es peor, también al mar amenazando a la vida marina.
Como explicaba Roberto Brasero en Tu Tiempo, los hidroaviones tienen que echar sus cargas de agua muy, muy cerca de las llamas porque sino el agua se evapora y no hace su labor. Lo mismo pasa con la lluvia, que podría ayudar pero que si es poca, también se evaporará antes de poder ser útil en la extinción.
En la zona hay seis carreteras cortadas al tráfico. La mayoría de los desalojados han sido trasladados a Ronda dónde se han habilitado diferentes espacios polideportivos.
Como afortunadamente suele ocurrir en estas ocasiones, se ha producido una auténtica avalancha de solidaridad tanto para ayudar a los que luchan contra las llamas repartiendo bocadillos, fruta y agua, como para atender a los desalojados. Además, la Unidad Militar de Emergencia (UME) ha movilizado batallones para proteger la entrada a los pueblos y que los vecinos puedan regresar a sus casas lo antes posible.