Barack Obama continúa con su particular cuenta atrás. Una reunión en el Congreso con los líderes republicanos y demócratas es el próximo paso en su intento por consensuar una salida urgente al "abismo fiscal" antes de que acabe el año. La acción supone el acercamiento del mandatario en el Despacho Oval y en privado con el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid; el de la minoría republicana en la misma cámara, Mitch McConnell; el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y la líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi.

La vital reunión, en la que se verán las caras los principales negociadores, persigue un acuerdo que lleva resistiéndose desde que en el verano de 2011 se debatió el aumento del techo de deuda. En aquella ocasión se acordaron unos recortes automáticos que nadie quería y que ahora deben ser sustituidos con un consenso alternativo.

Obama y los líderes del Congreso tienen ya escasos días para conseguir un compromiso que está estancado en la negativa de los republicanos a que se acaben las exenciones fiscales de la era de George W. Bush a los ingresos superiores a 250.000 dólares. Si los dos partidos no logran al menos un acuerdo de mínimos esas exenciones terminarán para todos los estadounidenses, mientras que los demócratas defienden que no acaben para la clase media.

Los republicanos consideran que el déficit se puede reducir sin actuar por el lado de los ingresos fiscales, y defienden incidir en los recortes de gasto, especialmente en programas sociales que consideran inviables.

La secretaría de Defensa

A los apuros que supone el intento de resolución en materia económica, Obama tiene que añadir un asunto de régimen interno. El presidente se enfrenta a un dilema en la elección de un nuevo secretario de Defensa, alguien que ocupe el lugar de Leon Panetta.

Después de haber nombrado al senador demócrata de Massachusetts John Kerry para reemplazar a Hillary Clinton como secretaria de Estado, Obama corre el riesgo de parecer débil si vuelve a inclinarse ante la oposición política y elige a alguien que no sea el exsenador republicano por Nebraska Chuck Hagel para hacerse cargo del Pentágono.

Escoger a otro candidato mostraría por segunda vez "que las decisiones importantes del presidente respecto a su equipo pueden ser vetadas por dos o tres senadores", afirmó Sean Kay, profesor de política y gobierno en la Ohio Wesleyan University en Delaware, según recogió Bloomberg. "La Casa Blanca va a salir de esta situación significativamente debilitada".

Obama espera no gastar más capital político de la cuenta en este asunto teniendo presente que lo necesita para la batalla actual sobre el presupuesto federal y la reducción del déficit. Parece que su alternativa principal es el subsecretario de Defensa Ashton Carter, según una persona familiarizada con el proceso de selección y que permance en el anonimato.

Otra posibilidad es la exsubsecretaria de Defensa Michele Flournoy, que permitiría a Obama abrir nuevos caminos al escoger a la primera mujer para el puesto de defensa superior. Antiguos asesores del presidente George W. Bush y comentaristas republicanos han destacado que no desean ni a Carter ni Flournoy. El presidente lo tendrá difícil para contentar a todos en un momento delicado.