Garantizar una educación equitativa e inclusiva de calidad, promoviendo oportunidades de aprendizaje permanentes para todos, es el cuarto objetivo de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. A este, se le suma el actual reto de la educación orientado al desarrollo de prácticas de enseñanza y aprendizaje innovadoras. De acuerdo con esto, en un mundo en constante evolución, la inteligencia artificial (IA) emerge como una fuerza transformadora en diversos ámbitos de la vida cotidiana, entre ellos, el educativo, donde las IA se presentan como un aliado prometedor para redefinir la experiencia docente y el proceso de aprendizaje teniendo en cuenta las necesidades de cada persona.
Tanto el uso de tecnologías avanzadas como la adopción de enfoques pedagógicos creativos y personalizados son innovaciones que tienen el potencial de romper las barreras tradicionales y llegar a estudiantes con diferentes estilos de aprendizaje, necesidades y contextos, convirtiéndose en una herramienta de inclusión para todos y centrada en el estudiante, que promete la consecución de la agenda Educación 2030.
Pese a lo anterior, aún es poco lo que se sabe sobre la inteligencia artificial. Así lo indica el director de la Cátedra UNESCO de Educación y Tecnología para el Cambio Social en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), además de investigador del grupo consolidado Edul@b y catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de esta misma universidad, Albert Sangrà. “Diría que es como un iceberg del que solamente conocemos una pequeña parte, y aún desconocemos cuánto es lo que no sabemos. Por ello, debemos estar muy atentos y observantes a cómo la inteligencia artificial puede ir generando aspectos que podamos utilizar en la docencia en beneficio y mejora de esta, así como a los riesgos que pueden ir apareciendo de manera constante”, afirma el experto.
Una IA de todos y para todos
Actualmente, la UNESCO hace un llamado a adoptar un enfoque de la “IA para todos” centrado en el ser humano y en la lucha contra las desigualdades en el acceso al saber, a la investigación y a la diversidad de las expresiones culturales, evitando acentuar las diferencias tecnológicas entre los países y dentro de estos.
Ante estos escenarios, es imprescindible que los profesores trabajen en sinergia con la IA y con otros profesionales para crear un entorno más dinámico, recordando que las fortalezas de la IA y las habilidades humanas desempeñan un papel relevante en el desarrollo de los jóvenes, moldeando así un futuro educativo prometedor y visionario. Para el experto Sangrà, “parece que todo tiene que ser innovación y nada más, pero la innovación debe basarse en la investigación, en aquello que nos muestra evidencias de funcionamiento ciertas. Por lo tanto, investigadores, educadores, desarrolladores e innovadores tienen que trabajar conjuntamente. La educación ha dejado de ser una misión individual para convertirse en una misión grupal. Es un trabajo en equipo que no puede entenderse de otra manera, y si queremos aprovechar los beneficios o potencialidades que cualquier tecnología puede aportarnos, tenemos que trabajar en equipo para conseguir una mejor educación para todo el mundo”.
Los desarrollos tecnológicos en la educación deben propender a la mejora de las capacidades humanas y la protección de los derechos de estos con miras a una óptima y equilibrada colaboración entre los humanos y las máquinas, el aprendizaje y el desarrollo sostenible. Siendo así, el proceso de formación no debe ser solo una tarea que tiene que cumplir el estudiante, sino que también debe ser motivación para los profesores e incluso los padres de familia, ya que, así como cualquier cambio es difícil y genera un rechazo inicial, todos los actores educativos, empezando por los docentes, necesitan formarse de manera constante para ir a la par con los cambios tecnológicos y sociales y, de esta manera, preparar a sus estudiantes para hacer de estos avances un aliado en su carrera hacia sus objetivos. “Van a necesitar entender qué es la inteligencia artificial, cómo funciona, de qué manera podemos utilizarla en nuestro propio beneficio. Yo sé que los profesores son personas inteligentes que tienen un conocimiento valioso para el conjunto de la sociedad. Van a superarlo, van a ser capaces de utilizar estos mecanismos tecnológicos en beneficio de su propia docencia y del aprendizaje de los estudiantes”, enfatiza el profesor.
Cada avance tecnológico trae consigo ciertos desafíos que, con el paso del tiempo, han sido superados. Pasó con la llegada de la calculadora, cuando se creía que, por causa de ella, las personas perderían su capacidad para contar, o con la aparición de Wikipedia, que se pensaba que las personas ya no iban a aprender a escribir o a analizar, porque todo lo copiarían. Sin embargo, todo esto sigue haciéndose y se ha apropiado como habilidad humana. Así mismo sucede con la inteligencia artificial, la cual es simplemente un elemento más tecnológico al cual la sociedad debe adaptarse a través de los procesos de formación.
Aprender o evaluar, ¿qué es más importante?
Ahora, hablando del proceso de evaluar, esta es quizás la más grande de las preocupaciones: ¿cómo evaluar? Efectivamente, en un entorno virtual esto puede ser complejo, pero por esto mismo es necesario cambiar los mecanismos de evaluación, reformular o reimaginar cómo hacerlo. En este sentido, el profesor Sangrà reflexiona sobre lo siguiente: “A mí me preocupa, más que la evaluación, el cómo vamos a hacer aprender a nuestros estudiantes. Esa es nuestra misión, eso es lo que estamos obligados a hacer. Por lo tanto, si la inteligencia artificial ayuda a que nuestros estudiantes puedan aprender más y mejor, el evaluarlos tendría que ser un elemento secundario. Y no vamos a cambiar un sistema de aprendizaje si no cambiamos el cómo evaluamos. Yo creo que este es el reto probablemente más importante que tenemos delante las instituciones que nos dedicamos a enseñar”.
La educación está obligada a replantearse las metodologías de aprendizaje y a usar la tecnología como un apoyo para ese cambio. Los avances tecnológicos están obligándonos a cambiar los planteamientos tradicionales en los que se sostiene la educación, desde el contenido y el currículo hasta la forma de evaluar, porque hay cosas que probablemente no tiene sentido que se enseñen ahora, dado que ya las realizan las máquinas, o hay otras que pueden ser más importantes, más necesarias.
Frente a eso, el profesor Sangrà indica: “No tiene sentido que nos mantengamos enseñando las mismas cosas, de la misma forma y evaluándolas de la misma manera, porque la sociedad está exigiéndonos que avancemos, que cambiemos y que innovemos en las propias metodologías, que las modernicemos y que nos apoyemos en la tecnología para ello, porque seguramente puede ser un aliado muy valioso”.
La educación del futuro puede trascender las limitaciones tradicionales y abrir las puertas a un mundo de posibilidades para cada estudiante, sin excepción, teniendo en cuenta que “hay un elemento muy importante, y es que el tutor inteligente no tiene capacidad emocional para empatizar con el estudiante, y eso seguramente —por ahora— solo puede hacerlo otra persona. Es decir, que el aspecto emocional siempre estará vinculado a las personas, y las IA pueden ayudarnos a resolver otros aspectos. No obstante, insisto, quizás a futuro haya una solución para esto, ya que el cambio en todos estos desarrollos es rápido”, afirma el profesor.
¿La inteligencia artificial es ángel o demonio?
Frente a este cuestionamiento, el experto Sangrà es contundente en su respuesta: “Es o será lo que nosotros queramos que sea. Será ángel si sabemos aprovecharla al máximo en beneficio de la educación, pero puede llegar a ser un demonio si nos dejamos pisotear o arrastrar por ella. Será lo que queramos que sea, el problema es: ¿sabemos lo que queremos que sea? Si somos capaces de dar respuesta a esta pregunta, después de reflexionar al respecto, yo estoy seguro de que al final puede llegar a ser un ángel. Pero, bueno, en estos momentos, yo todavía no daría una respuesta definitiva”.