Un estudio publicado el pasado mes de octubre por la revista The Lancet arroja datos sobre salud mental: durante la pandemia, los trastornos de ansiedad y depresión han aumentado, respectivamente, un 26 y un 28%. Y añade algo más: los países con más incidencia de la COVID-19 tuvieron una mayor prevalencia de trastornos de índole psíquica.
Son muchos los factores que han influido, pero destaca que la pérdida de seres queridos en este periodo de tiempo ha aumentado con respecto a otras Navidades -salvo, quizá, las pasadas-. Se acercan las Navidades y todo ese malestar regresa.
¿A quiénes afectan más las ausencias?
Belén Jiménez Alonso, investigadora y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC explica que es difícil establecer "escalas de sufrimiento" entre los dolientes. "A mí me gusta la metáfora de la quemadura que emplea el psiquiatra y terapeuta francés Christophe Fauré para hablar del duelo. Cuando nos quemamos, el dolor de la herida abierta es desgarrador. Con los cuidados adecuados y el paso del tiempo, es posible que solo nos quede la cicatriz… Pero la cicatriz sigue ahí, en nuestro cuerpo, y nos continúa recordando el dolor de la herida".
Siguiendo con esta metáfora, también añade que "una vieja herida puede volver a doler en algunas condiciones". Es decir, en fechas como las que se acercan, hay quienes sienten que esa punzada de dolor se reactiva en la cicatriz, y algunas personas sienten que se abre "una nueva herida al contemplar la silla vacía de su ser querido que ya no está". Jiménez añade: "Si tuviéramos que establecer una escala de quién sufre más, probablemente podríamos aventurar que arriba de todo estarían quienes no pueden expresar y compartir con otros su dolor por la ausencia".
En esta línea, Mireia Cabero, psicóloga de familia y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, comenta: "El duelo es el mayor reto al que podemos enfrentarnos las personas, y cuanto más vulnerables seamos, más impacto tendrá la ausencia. No solo en Navidad; siempre". Entre estos grupos, la experta destaca colectivos como personas "con menos recursos y madurez emocional, con trastornos mentales, con desigualdades sociales de cualquier índole y que sufren soledad".
Segundo año consecutivo con unas Navidades distintas
La pandemia se cobró numerosas víctimas tanto en 2020 como en 2021. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó un estudio en el que se muestra cómo incidió el virus en la tasa de fallecimientos del año pasado: las muertes por enfermedades infecciosas aumentaron más de un 1.200 % y la tasa total con respecto a otros años creció un 18 %. 2021 se cerrará con unas 34.000 muertes por COVID.
Por supuesto, no todos los fallecimientos tuvieron esa causa, pero sí hay un número mayor de duelos debido a la pandemia y, además, muchos de ellos no han podido cerrarse adecuadamente. Si las ausencias se apoderan de nuestro estado de ánimo cuando llegan las Navidades, tanto en estas como en las pasadas, el duelo es doble.
"Por una parte, han desaparecido personas que aún eran jóvenes, de 50 o 60 años, o incluso menos. Tuvimos que asumir pérdidas no anticipables. Por otra parte, en la pandemia se restringieron derechos fundamentales imprescindibles para hacer un duelo normal", explica Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación.
En una conferencia impartida en la UOC por la especialista en duelo Alba Payás, esta se expresa en los mismos términos y divide el impacto de la pandemia sobre el duelo en tres ámbitos:
– Tareas relacionadas con las circunstancias de la muerte: pensar, por ejemplo, que esa muerte podría haberse evitado, que no se pudo estar junto al ser querido en su estancia hospitalaria, la incertidumbre de no saber qué pasa y de esperar una llamada, no saber si esa persona sufrió o no y si estuvo sola o acompañada, no haber podido ver el cuerpo…
– Tareas relacionadas con la pérdida de la relación: los acontecimientos familiares que no podrá vivir el ser querido que ya no está, los agradecimientos que no se hicieron en vida…
– Tareas relativas a la red de apoyo: no poder ver a los no convivientes por el distanciamiento social, pensar que otras personas queridas también están pasando un duelo…
Como destaca Jiménez, algunos factores han hecho aún más complejos esos duelos en pandemia: estar infectado con el virus, la incertidumbre en el plano económico o en el sanitario, etc. Incluso estas Navidades, que amenazan con una vuelta parcial a las restricciones, añaden pesar a ese duelo. "Son factores de sufrimiento importantes que hay que tener en cuenta", explica.
Por qué las Navidades hacen emerger de nuevo el dolor de la pérdida
"Son unas fechas que están cargadas de significado emocional. Además, las vacaciones cambian nuestro ritmo diario, nuestras exigencias y nuestras responsabilidades. Tenemos más tiempo para sentir, estar y ser, y eso hace que estemos más conectados con nuestros dolores y con temas pendientes de resolver", explica Cabero.
"Hay constancia de que en los periodos vacacionales los trastornos mentales y emocionales, especialmente si no están bien atendidos, sufren un empeoramiento". Cabe pensar que los recursos empleados para frenar la pandemia han dejado desatendidas en mayor proporción estas otras dolencias; por tanto, hay más gente que llega al duelo en peores condiciones psíquicas en comparación con años anteriores, si exceptuamos 2020.
Enric Soler distingue entre quienes soportaron ese duelo en las Navidades pasadas y los que lo pasarán por primera vez este año: "El primer año de pandemia, las Navidades nos pillaron con las UCI a mil por hora. Fueron unas fiestas inimaginables. Pero para quienes pasaron el duelo las Navidades pasadas, ya ha transcurrido un año y han tenido tiempo para poder transitar esa pérdida. Ahora se produce el efecto aniversario: han vivido todas las fechas señaladas del año, ya han pasado todas las fechas importantes, todos los eventos especiales, y los han vivido como han podido. Ahora tienen una especie de oportunidad para estipular nuevas normas". Los que viven sus primeras Navidades sin ese ser querido "pueden o no haberse anticipado al cambio y haber preparado variaciones en las celebraciones, que quedan fijadas para próximos años".
10 consejos para gestionar las ausencias
1- Tratar de crear nuevas formas de vivir estas fiestas. Jiménez señala que incluso se puede preparar una reunión en familia antes de que lleguen las fiestas para que todo el mundo, niños incluidos, pueda "compartir abiertamente inquietudes y necesidades".
2- Buscar una forma simbólica de recordar al ser querido fallecido, de honrar su recuerdo. Enric Soler sugiere, por ejemplo, dejar vacía la silla en la que se sentaba esa persona y colocar algo en su memoria que nos recuerde que falta, o preparar su plato favorito, es decir, "darle presencia a la ausencia". Belén Jiménez propone crear un espacio o un tiempo específicos para rememorarlo, antes de comer o de abrir los regalos.
3- Acompañarnos de personas que nos quieran y a las que queramos, dentro, claro está, de las restricciones que puedan imponerse, recomienda Mireia Cabero. En días de duelo, sentir la cercanía de otros seres queridos es importante.
4- Aprovechar que son días de menor carga de trabajo para dedicar tiempo a tareas que nos reconfortan: pintar, escribir, cocinar o hacer deporte.
5- No aislarse ante el dolor; hay que compartirlo con nuestro entorno. "Si algo tenemos en común todos los que comemos o cenamos juntos en estas fechas es que nos duele esa ausencia", explica Soler. Y no solo esos días, sino en el resto del proceso de duelo.
6- Asumir entre todos los papeles que desarrollaba esa persona en estas fechas. No hay que endosárselos a una sola persona, sino que se debe repartir la carga entre toda la familia, "el ecosistema natural del ser humano", indica Soler.
7- Hablar del duelo para afrontarlo. Hacer como si no pasara nada no ayuda. Aunque resulte incómodo sacar este tema de conversación, es saludable hacerlo.
8- Cuidarnos y dejar que nos cuiden. También cuidar de alguien: sentir que aportamos algo al bienestar de otra persona nos hará sentir mejor.
9- Aceptar y legitimar el duelo, no darle la espalda ni ignorarlo.
10- Asumir que cada uno lo llevará y lo expresará de maneras muy diferentes. Cada uno construye su propio duelo.