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El estrés puede causar un estado de hiperalerta. (Foto: TheDigitalArtist en Pixabay)

DESPERTARES FRECUENTES

El impacto del estrés en la calidad del sueño

Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo activa el sistema nervioso simpático, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias son útiles para enfrentar situaciones puntuales, pero si se mantienen elevadas durante largos periodos, pueden alterar el ciclo sueño-vigilia.

Hechosdehoy / Clínica Cisne (*)
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El estrés es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante situaciones de desafío o amenaza, pero cuando se convierte en un estado constante, puede tener efectos negativos significativos en nuestra salud, especialmente en la calidad del sueño. En Clínica CISNe, sabemos que el estrés crónico es uno de los principales factores que afectan el descanso nocturno, influyendo tanto en la cantidad como en la calidad del sueño.

Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo activa el sistema nervioso simpático, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias son útiles para enfrentar situaciones puntuales, pero si se mantienen elevadas durante largos periodos, pueden alterar el ciclo sueño-vigilia. Muchas personas que sufren de estrés crónico experimentan dificultades para conciliar el sueño (insomnio de conciliación) o para mantenerse dormidas (insomnio de mantenimiento), lo que genera despertares frecuentes durante la noche.

Además, el estrés puede causar un estado de hiperalerta que dificulta la relajación necesaria para dormir. Incluso si logramos quedarnos dormidos, la calidad del sueño puede ser superficial y fragmentada, impidiendo que el cuerpo alcance las fases profundas y reparadoras del ciclo del sueño. Esto, a su vez, afecta la regeneración celular, la consolidación de la memoria y el equilibrio emocional.

Otro efecto común del estrés es el desarrollo de pensamientos intrusivos o «rumiaciones«, esas preocupaciones que aparecen cuando intentamos desconectar al final del día. Este círculo vicioso entre el estrés y la falta de sueño puede agravar problemas físicos y mentales, como la ansiedad, la depresión, el agotamiento y una mayor susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares o metabólicas.

Realizar una correcta evaluación del problema y del impacto del mismo sobre el sueño es crucial para lograr resolverlo. Tener información acerca de hábitos de vida del paciente, horarios, necesidades familiares y laborales son un punto de partida para plantear posibles tratamientos.

Más allá de las medidas no farmacológicas, en ciertas ocasiones puede ser necesario el uso de tratamiento con medicamentos. Que estos tratamientos sean prescritos y supervisados por el médico es fundamental para que logren su función. Del mismo modo, ese médico indicará cuánto debe prolongarse el tratamiento.

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