En las vísperas de la reunión del Banco Central Europeo (BCE), y en el marco de una Eurozona bajo débil crecimiento, y dudas e interrogantes, François Hollande y Manuel Valls abrieron un desafío a Jean-Claude Juncker y la Comisión Europea -y también por supuesto a Angela Merkel-. Aplazaron las obligaciones de Francia respeto al déficit público en dos años.
Francia, en situación diferente a España, encara un crecimiento para este año de un 0,4%, y de un 1% para 2015. En 2014, el déficit se situará en el 4,4% y en 2015 en el 4,3%. No logrará por tanto hasta 2017 un déficit por debajo de 3% como marcó la Comisión Europea. Michel Sapin, ministro de Economía, lo confirmó en la presentación de la ley de presupuestos para 2015.
"Hemos tomado la decisión de adaptar el ritmo de la reducción de déficit a la situación económica del país", explicó. "Nuestra política económica no cambia, pero el déficit se reducirá más lentamente de lo previsto por las circunstancias económicas, un crecimiento muy débil y una inflación muy débil", razonó.
El déficit público, según esta nueva proyección, se reduciría del 4,4% del PIB en 2014 al 4,3% en 2015, al 3,8% en 2016 y el 2,8% en 2017. Francia había asegurado que reduciría su déficit por debajo del 3% en 2015 pero François Hollande y Manuel Valls marcaron nuevas prioridades.
"No se exigirán más esfuerzos a los franceses, porque el Gobierno, al tiempo que asume la responsabilidad fiscal necesaria para poner al país en el camino correcto, rechaza la austeridad", fue la versión oficial de El Elíseo.
Es un pulso importante, a nivel de política interior francesa y europea, indicaron analistas a Hechos de Hoy. Supone un desafío añadido para Jean-Claude Juncker. También abre nuevas diferencia con Angela Merkel, quien insiste en la importancia de las reformas estructurales en Francia. Es interesante en este pulso la posición de Mariano Rajoy porque lo que se discute y plantea es la cuestión de la recetas de más austeridad en un momento de frágil comienzo de la recuperación en la Eurozona.
