Los responsables de 40 iniciativas sociales impulsadas por Álvaro del Portillo en todo el mundo, y que benefician a cientos de miles de personas, se reunieron en Madrid para intercambiar experiencias en su lucha contra la pobreza, ante la beatificación del sucesor de San Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei.

La beatificación de Álvaro del Portillo reúne en una ceremonia eucarística en la explanada del barrio madrileño de Valdebebas, a personas de 80 países. El acto está presidido por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Con él concelebran cardenales, obispos y sacerdotes de numerosos países. El comité organizador del evento ha impulsado la Recogida de Alimentos Álvaro del Portillo, con el fin de ayudar a las personas que peor lo están pasando en España por culpa de la crisis económica. La iniciativa se desarrolla en más de 40 ciudades del país a través de familias, colegios y parroquias.

La organización de esta celebración ha sido posible gracias a la solidaridad de muchas personas que están colaborando con generosidad. Más de mil familias madrileñas han abierto las puertas de sus casas a participantes de otros países que carecían de recursos para pagar un alojamiento. Además, más de 3.500 voluntarios prestan su ayuda a los asistentes en los puntos de información que se despliegan por Madrid, atendiendo especialmente a las personas mayores, enfermas y con alguna discapacidad que también quieran estar presentes en la ceremonia.

Una vida dedicada a los demás

Álvaro del Portillo, que falleció en 1994 a los 80 años de edad, estuvo al frente del Opus Dei como sucesor de San Josemaría Escrivá durante sus últimos 19 años de vida. Además, como primer prelado del Opus Dei comenzó el trabajo apostólico en numerosos países, se preocupó especialmente de la formación de los sacerdotes creando la Universidad Pontificia de la Santa Cruz e impulsó la puesta en marcha de decenas de iniciativas sociales en todo el mundo.

Además supo hacer compatible su preparación académica con la cercanía a todas las personas que trataba. Fue doctor en Ingeniería de Caminos, en Filosofía y Letras, y en Derecho Canónico. Del mismo modo, tuvo un importante papel en el Concilio Vaticano II, que se plasmó en el magisterio sobre la relevancia de los laicos en la Iglesia, y sobre la identidad y la misión de los sacerdotes. El Opus Dei recordó que mantuvo una estrecha relación con varios Papas, especialmente con el próximo Beato Pablo VI, que fue uno de sus primeros amigos en Roma en los años 40, y también con San Juan Pablo II, que quiso acudir a rezar a su capilla ardiente el 23 de marzo de 1994, día de su fallecimiento en Roma.