En torno a un 11% de la población española padece dolor crónico. Un dolor que pude producirse por causas muy diversas y que, incluso, es capaz de remodelar la región cerebral que controla los sentimientos de felicidad y tristeza y las adicciones. Así lo mostró un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.) y en el que se propone un nuevo tratamiento que podría erradicar definitivamente el dolor crónico.
Como indica Vania Apkarian, co-autora de este estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, “nuestros resultados muestran que podemos pensar en el dolor crónico como en un cerebro que es adicto al dolor. y es que los circuitos cerebrales que tienen que ver con la adicción también están implicados en el propio proceso del dolor”.
Tal y como explica James Surmeier, director de la investigación, “es realmente sorprendente que el dolor crónico reorganice las conexiones del área cerebral que controla cuando nos sentimos felices o tristes. Así, y conociendo cómo se produce esta reestructuración, hemos sido capaces de diseñar un tratamiento que resulta muy eficaz en modelos animales. La cuestión ahora es saber si funcionará igual de bien en los seres humanos”
Concretamente, el nuevo tratamiento consiste en la combinación de levodopa –un fármaco comúnmente utilizado en la enfermedad de Parkinson– y un antiinflamatorio no esteroideo (AINE). ¿Y cómo es de eficaz? Pues simplemente actúa sobre las conexiones de un área cerebral denominada núcleo accumbens y elimina completamente el dolor crónico. O así se ha visto en los estudios llevados a cabo con ratones.
El último estudio mostró que cuando se hiperexcitan, las neuronas del cerebro responsables de las emociones negativas establecen conexiones con otras áreas cerebrales ligadas a los sentimientos negativos durante los días posteriores a un daño o lesión. El resultado final es que el dolor crónico adquiere la categoría de comportamiento, como si el cerebro se volviera adicto al dolor.
Como indica Vania Apkarian, “el dolor crónico no debe ser entendido como un fenómeno sensitivo puro, sino estrechamente relacionado a las emociones”.
“Además, todo este proceso está mediado por una reducción considerable de los niveles de dopamina –un neurotransmisor que posibilita la sinapsis neuronal–. En consecuencia, la administración de un AINE y de levodopa –fármaco que aumenta los niveles de dopamina– revierte todos los cambios producidos en el cerebro durante el proceso, por lo que el dolor crónico como ‘comportamiento’ –o entendido casi como una adicción– desaparece”, comentaron.
Los expertos resaltan que “es realmente destacable que cambiando la actividad de un único tipo de célula de un área emocional del cerebro podamos prevenir el dolor crónico. Y para ello, sólo se requiere que ambos fármacos sean administrados precozmente cuando se produzca un daño o lesión”.
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