Si se quiere una gobernanza estable, el nudo gordiano se encuentra fundamentalmente en Siria. Es la Zona cero del sufrimiento y el éxodo, la crisis de refugiados que ha golpeado a la Unión Europea, especialmente a la Alemania de Angela Merkel. En cierta manera ha actuado de detonante también en el triunfo del Brexit.
Precisamente una de las imágenes de la cumbre del Grupo de los Veinte, G-20, en Hangzhou, en República Popular China, fue la de la canciller siguiendo en su teléfono móvil (celular) los resultados de las elecciones en Mecklemburgo-Pomerania Occidental. El movimiento xenófobo Alternativa para Alemania (AfD) humilló a la Unión Cristianodemócrata (CDU).
El objetivo que se busca es el de encarar un alto el fuego total, y el de abrir canales para la entrada inmediata de ayuda humanitaria. La guerra civil siria, en toda su dimensión, protagoniza esta cumbre, sus encuentros y sus orillas.
John Kerry y Serguéi Lavrov buscaron acercar posiciones entre Estados Unidos y Rusia. No lo consiguieron antes del encuentro entre Barack Obama y Vladimir Putin.
No hay que olvidar los datos de una catástrofe que no tiene precedentes en la historia moderna de Oriente Medio. En cinco años de guerra, han muerto 300.000 personas. Se ha producido un éxodo humano de cuatro millones de personas, que han dejado todo, han huído, y han visto como quedó totalmente arruinado su proyecto de vida. Destrucción, muerte, desolación y odio.
Se trata de lograr un alto el fuego entre las tropas de Bachar El Asad y los rebeldes. El cese de las hostilidades entre el Ejército de Damasco (que apoya Rusia) y las milicias opositoras (que cuentan con el respaldo de Estados Unidos). A la vez, abrir una cooperación militar entre Rusia y Estados Unidos contra la guerrilla suní radical de Estado Islámico (ISIS o Daesh) que tiene en Raqqa, en Siria, a su cuartel general.
Siria es la cuestión más compleja, y con vasos comunicantes -la pugna entre Irán y Arabia Saudí-, en el cierre de la presidencia de Barack Obama. Va a pesar hasta el último momento con la sospecha además del doble juego de Vladimir Putin en la escena del incierto duelo electoral entre Hillary Clinton y Donald Trump.